De un nuevo paisaje

Stendhal Books, 2016
Portada en alta resolución

QUE nadie de pasos por ti.

Que nadie ponga en tu boca
mariposas que dejaron de elevarse
hasta la clara mañana de la primavera
que abre ventanas,
que despliega el amanecer de las cuevas
y las ciénagas.

El movimiento suave y leve de la naturaleza.

El peine del viento que ordena
las praderas y las estacas.

Que nadie se interponga entre tú y esa visión
de las cosas. Que ninguna voz
suplante la tuya. Que ninguna palabra
se escurra de tus firmes manos.

Que tú seas camino y destino.
Que sólo recordemos el rumor de tu paso.

Tus restos, ese viento primaveral.
Todo aquello que no pudimos retener.

Que la llama viva de tu luminosidad
sea la mecha que pende cada día
sobre nuestro pensamiento elevado
por el rumor,
por el clamor
de nuestros pasos elevados al puerto,
ese nuevo caminar que no teme
a estos tiempos de caminos embarrados.

Que esos pasos que no supieron a dónde ir
sean la antorcha que nos guíe
a recordar el camino de vuelta,
a retomar el sendero ancestral y cristalino,
el caudal interminable del riachuelo de la infancia
que se erigió entre refugios con paredes de piedra
y el sabor de la tierra húmeda.

Que el poso de nuestra vida
sea el brillo que ilumine el recuerdo,
el nuestro,
el de nadie más.

 

En De un nuevo paisaje Hasier se pregunta sobre los límites, la identidad, las relaciones. Para ello crea un paisaje lingüístico que señala a la tierra, la esencia y la naturaleza.

Un entramado selvático de adjetivos e imágenes para llegar a la casa, el remanso.

La invitación del autor es la de abrir la ventana que es este libro desde donde contemplar ese mosaico de paisajes que nos muestra, tanto de la infancia rural, del mundo interior, de la tensión de los lugares en conflicto y de los construidos a través del destello de los aforismos. Para ello, qué mejor que los versos de Mario Montalbetti que ha escogido para encabezar el libro: “Escribimos para tapar los hoyos/y reparar las faltas”.

 

«De nuevo un paisaje me ha parecido un libro extraordinario. Y cuando digo «extraordinario», un adjetivo al que se teme, sólo aspiro a decir «fuera del orden o regla natural o común», que diría el DRAE, lo que en rigor debería ser cualquier libro de poemas que se precie. Éste, para empezar, lo es porque se asienta en un territorio reconocible y cercano, el natal de su autor, sin que por eso se pueda acusar a Larretxea de campestre, paisajista o pueblerino (tampoco de nacionalista), pues nada más cosmopolita, casi siempre, que lo local bien entendido. Ese mundo natural («El movimiento suave y leve de la naturaleza»), el del origen, dota de autenticidad a una escritura que a uno le recuerda, por el tono, a poetas que uno leía hace años: Gamoneda, el Mestre de la primera época o Llamazares, tan iguales como distintos entre sí. Pero también a poetas extranjeros, de ahí la universalidad de la apuesta. Como Heaney, pongo por caso, uno de tantos entre los anglosajones que no perdieron nunca sus raíces, su proximidad a la tierra, en especial, la de su infancia».

Álvaro Valverde

 

«El críptico simbolismo de estos versos ruega una lentitud en la lectura que despierta la atención del aprendizaje. Una atención extrema a cada palabra, a cada relación entre las palabras, al peso que se siente que Larretxea deposita en cada una de ellas. Al leer al poeta, el lector se inicia en otra lengua, en otro adentramiento y sensación del mundo que le mantiene una simultánea impresión de extrañeza y confiado acompañamiento al lado del poeta, que súbitamente, por momentos, estalla. Y en esos momentos, el lector reconoce de repente su unión con la voz y alma del poeta, de tal forma que el vínculo, el deseo de acompañamiento a través de todo el recorrido que conforma este poemario se refuerza. «Camino, / alfabeto, pensamiento». Se comprende la necesidad de la disgregación que lo poético efectúa de estructuras interiores y exteriores para poder rearticular, desde esa disgregación, una verdad y sentido del existir como individuo y como eslabón de una genealogía, de una naturaleza real y palpable, sublimado su realismo.»

Alicia Guerrero-Yeste

 

«Hasier Larretxea es un autor que, poco a poco, se está convirtiendo en imprescindible. Si con su anterior poemario, Niebla fronteriza, definía los límites de la infancia y la edad adulta, el precio que se paga por traspasar la frontera, en este De un nuevo paisaje nos habla un poeta aún más maduro, que vuelve a su pasado y al uso de la vida en el pueblo como metáfora para, desde ahí, lanzarse al vacío de la disección interior, de la cual, como es lógico, surge la herida (“Somos / lo que limita / con el dolor”), e incluso avanza hasta la poesía con un contenido político y de denuncia, muchas veces transfigurado en eco whitmaniano: “Yo también soy viento, la ondulación del aire. // Yo también soy tierra, refugio, canto libre del pájaro. // (…) // Yo también, como tú. // Yo. También”.»

Rubén Romero Sánchez

 

«Pocos autores treinteañeros son capaces de armar un libro de 150 páginas, de publicarlo en una editorial independiente de nueva creación (2014), de adentrarse en un proyecto con altura de miras y sin pensar en otro premio que no sea el de la satisfacción por la meta alcanzada, el de la alegría por haber salido ileso del descenso a la memoria compartida, a las dudas y temores que asaltan a uno o a la convulsa política internacional. Hasier es un hombre fiel a sí mismo, le interesa sacar adelante poemas arrancados a la vida, textos verdaderos donde resuenen la aldea, el bosque, el río, la oveja ahogada; por más que eso signifique ir a contracorriente».

Ariadna García

 

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Los recuerdos no necesitan alas

Stendhal Books, 2016
  • Tapa dura
  • 148 páginas
  • 18 euros

  • Prólogo de Chus Pato

  • Primera edición: febrero de 2016

  • 978-84-608-4006-0